No hay flor como[E] la amapola[F] ni corazon como el m[E]io, que lo sentencian a mu[F]erte por tenerlo repart[E]ido. A las dos de la man[F]ana me vinieron a busc[C]ar tres pares de ojitos n[F]egros y me tuve que entreg[E]ar. La mano en el Evang[F]elio pongo yo aunque me mu[E]era, que yo no he matado a n[F]adie de noche en la...